Conejos y especies en extinción
No creo que sorprenda a nadie al exponer las diferencias de natalidad entre el continente viejo y el nuestro, es sabido que son ellos quienes tienen falta de niños y nosotros quienes tenemos abundancia de ellos.
Ahora, que es lo que hace que ellos no se reproduzcan, cuando tienen todos los recursos para mantener grandes familias al estilo de la nobleza del siglo XVIII; y que nuestra gente, que difícilmente pueden alimentarse a sí mismos, tengan una cantidad de hijos inversamente proporcional a las posibilidades económicas de cada grupo familiar.
Ambas realidades impactan: por un lado visitar un pueblo del interior de Italia y descubrir que hay mas geriátricos que colegios y que la población general siempre está por arriba de los 60 años; por el otro podemos observar nuestro pueblos del interior, donde una oriunda de salta a los 28 años ya tiene 4 hijos y contando…
Me puse en el papel de filósofos, antropólogos, sociólogos, politólogos y demás autores de las ciencias sociales y me pregunté intentado pensar como ellos: ¿cual sería la solución que cada uno de ellos expondría?La respuesta más lógica que encontré no deja de ser básica y conocida por todos. Aún así tan difícil de aplicar y sostener. Al ponerme en la posición del señor Jean Jacques Rousseau me di cuenta de que su solución sería simple: Educación.
Educación, la base de la cultura y la sociedad; aquella disciplina que intenta darnos a todos una formación para poder tener posibilidades por igual pero solo logra desequilibrar la balanza al tomar en cuenta que el solo acceso a esa educación se lográ por tener posibilidades. Por tanto, las posibilidades preceden a la educación y no al contrario, como debería ser.¿A nuestro pueblo le falta educación para comprender que no es conveniente tener sexo para matar el tiempo si uno no puede asegurar sus propios alimentos? Tal vez…Pero no dejemos de recordar que ellos también necesitan de esa educación para tomar conciencia que la continuidad de la raza europea futura radica en aquellos que la conforman en el presente.
Entonces, la situación se da en que son ellos quienes tienen falta de mano de obra, y somos nosotros (o los africanos) quienes emigramos de nuestros países y vamos a “ayudarlos” pensando que nos estamos ayudando a nosotros mismos y luego nos vemos disgregados, discriminados y expuestos en una sociedad que no nos acepta ni nos entrega posibilidades.
Mientras que aquí también son inmigrantes los que llenan los vacíos al momento de buscar mano de obra. Quizás porque los bolivianos son trabajadores y comprometidos, quizás porque nuestra juventud no aspira al trabajo sino a las drogas y la delincuencia, quizás… porque en todos lados falta un poco de ese ingrediente mágico que es la
educación.
Y es una ironía pensar que en este tópico, nosotros somos conejos reproduciéndonos y poblando de a poco todos los rincones; y ellos, una especie en extinción.
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